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“Estamos aquí para crear lectores y usuarios de información”

No es muy común encontrar una biblioteca escolar que conjugue una biblioteca viva, extendida por todo el centro e implicada activamente en la vida del alumnado, con una colección de fondo antiguo constituida por ejemplares singulares, tanto por su procedencia como por su formato, y por otros que atestiguan cómo la cultura española se expandió por el mundo.
No es lo habitual pero así es la realidad de la Biblioteca Francisco Márquez Villanueva del Colegio Internacional San Francisco de Paula de Sevilla, centro dedicado a la enseñanza laica en el ámbito privado desde 1886.
Es una biblioteca envidiable por sus parámetros: cuenta con un fondo de 56.000 volúmenes en distintos idiomas, ha conseguido incrementar su número de préstamos un 80% en los últimos años hasta los 17.933 préstamos del curso 2017/2018, está implementando un Plan Estratégico hasta 2022 y quiere ir abriendo por secciones su colección antigua para incentivar la investigación. 
Con un equipo de seis profesionales, y la misión de transformarse en un centro cultural para el entorno educativo y de abrirse dentro de unos años a la ciudad, visitamos esta biblioteca de la mano de su director, João de Sousa Guerreiro.

SONIA DOMÍNGUEZ / Sevilla, 3 de mayo de 2019

En estos tiempos líquidos y vertiginosos, de hipertecnologización, en el que las bibliotecas están luchando, presupuesto a presupuesto, cambio político a cambio político, por demostrar su utilidad y su conveniencia para la sociedad, sobre todo en el ámbito educativo, entrar en la biblioteca escolar del Colegio Internacional San Francisco de Paula es entrar en un oasis.
El patio interior de este antiguo edificio, situado en el centro de Sevilla, ha sido reconvertido en biblioteca infantil y hay signos de actividad por todas partes. Libros en los anaqueles, grupos de trabajo en las mesas, niños y niñas en las alfombras, ordenadores y pósteres en las paredes con huellas de eventos anteriores.
A su lado, acaban de organizar una sala para los más pequeños. El amor por la lectura, cuanto antes, mejor. Primero la pasión y la emoción por los libros y la literatura, sobre todo porque, después, habrá que mezclarlo con palabras mayores: unidades de indagación, búsquedas de información, discernimiento, criterio, etc.
En las salas del primer piso, nos encontramos con la sala general de préstamo y consulta, salas de estudio y de apoyo individualizado, además de un espacio acondicionado para el cuidado del fondo reservado: una colección de libros antiguos, en la que se encuentran obras y documentos de carácter científico, político, histórico o literario, incunables, manuscritos, ediciones inglesas, francesas o italianas, desde el siglo XIII.
Estamos aquí para saber más sobre el funcionamiento de una biblioteca a la que, como asociación cultural de libreros de viejo, le hemos planteado un reto de cara a la próxima edición de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Sevilla: que sean los propios alumnos quienes se encarguen de comisariar una exposición sobre la literatura de vanguardia con los volúmenes del siglo XX que posee el colegio.
João de Sousa Guerreiro es nuestro guía en esta visita.
Este bibliotecario portugués de 30 años dirige desde diciembre de 2017 a un equipo de cinco profesionales, tras haber presentado un Plan Estratégico a cinco años que redactó recogiendo las voluntades de cambio que ya existían. João se sienta a la mesa en las reuniones del equipo educativo, como muestra de la importancia que se concede a la biblioteca escolar en la vida del centro.
El colegio San Francisco de Paula ha modificado su plan de estudios, apostando por un modelo internacional basado en la investigación y la indagación del alumno. Inmersos en un proceso de renovación pedagógica, la biblioteca sigue siendo un eje imprescindible.

Seis personas conforman este equipo: Elvira Sobrino, Mercedes Fernández, Herminia Ortega, João de Sousa Guerreiro, Ana Yáñez y Marie Curtis / FOTO CEDIDA

Lectores y usuarios de información

Aunque la biblioteca existe desde la fundación del centro, fue en los años 90 del siglo pasado cuando comenzó a vertebrarse como un proyecto sólido con la llegada del actual director, Luis Rey Goñi, cuarto miembro de una saga familiar de gestores educativos, doctor en Ciencias Químicas, bibliófilo y admirador del modelo anglosajón de bibliotecas.
Esta es la visión que se está aplicando, es decir, la de “una biblioteca como centro de relaciones, como centro cívico que se retroalimenta con su comunidad que, en este caso, está formada por más de 1.100 alumnos, profesorado y padres que también pueden venir”, explica João de Sousa.
La misión de la biblioteca es clara: crear un centro vivo que trabaje con la lectura por placer y que sea un centro de información. Dentro de un tiempo, la intención es abrirnos a la ciudad porque tenemos unos fondos muy buenos, planes regulares de actividades y una mentalidad abierta. El colegio no está cerrado, desarrollamos proyectos en residencias de ancianos, en barrios como las Tres Mil Viviendas, trabajamos en la idea de aportar algo a la comunidad”.
Con un horario completo de apertura, desde las 8h hasta las 19h30m, incluso los sábados por la mañana para actividades literarias y familiares, la Biblioteca Francisco Sánchez Villanueva está distribuida por todo el centro con ocho espacios diferenciados en función de las necesidades del alumnado desde Infantil y hasta el Bachillerato Internacional, entre los 2 y 18 años.
Actualmente, cuenta con 56.000 volúmenes catalogados en distintas lenguas -español, inglés, francés, alemán, árabe o chino- y mantiene una adquisición media anual de en torno a 600 volúmenes.
Otros datos que dan cuenta de su ritmo de trabajo es que todas las semanas hay 32 clases programadas en la biblioteca. Mientras que en el curso 2012/2013 se contabilizaron 10.001 préstamos, el curso pasado alcanzaron los 17.933, de los cuales 14.178 fueron para alumnos, 3.009 para profesorado y 747, las familias.
Si en 2009 comenzó su gestión especializada mediante la contratación de personal con formación en Biblioteconomía y Archivística, en 2017 se planteó un concurso para su dirección a través del planteamiento de un Plan Estratégico hasta 2022, que ayudase al centro a consolidar su carácter internacional -forma parte de la Internacional Baccalaureate Organisation (IBO) – y su sistema pedagógico por Unidades de Indagación, que pretende ayudar a los estudiantes a pensar de manera crítica e independiente.
Tal y como aclara João, “el alumno no aprende contenidos fijos, sino que funciona por objetivos y por unidades de indagación que son tremendamente abiertas, como, por ejemplo, el mundo en que vivimos, cómo nos relacionamos, con quién compartimos nuestro mundo. La base del colegio es la investigación propia del alumno. El profesor ofrece las bases del conocimiento para que el alumno pueda indagar. Para aplicar este método es necesaria una buena biblioteca de consulta”.
Una de las claves que explica su buen funcionamiento es su “completa integración en el ritmo del colegio, ya que los contenidos que aprenden en el aula están directamente imbricados con las lecturas a las que pueden acceder en la biblioteca”.
Además, trabajan con dos pilares básicos: la lectura por placer y el uso de la información, con especial incidencia en la formación de usuarios.
Asistimos a las reuniones educativas para entender qué va a dar cada profesor porque preraramos unas cajas de libros relacionados, creamos un conjunto de actividades de formación de usuarios. Que el niño, el colegio, los padres y los profesores entiendan que la información es inevitable”. 
“Es obvio que vivimos en el mundo de la información y tenemos que aprender a trabajar con la información desde pequeños. A través de actividades muy didácticas y muy divertidas, les vamos enseñando cómo funciona el sistema bibliotecario y a trabajar con los documentos secundarios de información”, afirma.
Algunos de los ejemplos de las actividades que han realizado este curso son un taller para los más pequeños sobre la CDU, la clasificación del conocimiento en las que se basan las bibliotecas; una actividad para niños de 6 y 7 años sobre los índices, glosarios y tablas de contenido; sobre autoría con los de 9 y 10 para que se vayan familiarizando con conceptos como la referencia bibliográfica, las citas o la honestidad académica y puedan manejar correctamente la información digital; además de un taller en familia con los jóvenes sobre las fake news.

Entrega del certificado del reto de lectura / FOTO CEDIDA

Si aprender a procesar y seleccionar información es básico, no es menos la lectura por placer.
El aprendizaje de la lectura está conectado con emociones, con capacidades que se estimulan poco a poco. Nunca hemos vivido en un mundo de tanta lectura, internet es básicamente lectura, hay un gran volumen de información y, sin embargo, se está perdiendo la capacidad de leer que es una habilidad expansiva. Cuando más lees, más capacidad tienes. Al inicio funciona por acumulación y, después, por eliminación”.
“Dentro del mundo bibliotecario hay como un alarido porque si no se da la primera fase, la segunda no se puede producir. Estamos intentando promover la capacidad lectora, que no se aburran solamente con mirar una página con texto porque eso es un gran handicap para el futuro. Uno tiene que saber enfrentarse a los libros universitarios y concentrarse. Queremos entrenar el placer porque si lo asociamos al placer no tendremos miedo del objeto libro, de su tamaño”.
Pese a la diferenciación de este colegio en muchos sentidos, no escapa a una realidad común entre los jóvenes, la llamada frontera de los 15. A esta edad se produce una caída en picado en el interés por la lectura.
Sí, se nota mucho. Con la jefa del departamento de inglés, nos hemos propuesto como reto superar esa frontera. Vamos a intentar hacerlo escogiendo muy bien los libros. Es importante que estén adaptados a sus niveles lingüísticos y que tengan calidad literaria. Pero con las nuevas adquisiciones hago un triaje diferente: comparo los préstamos, estoy atento al debate que generan, a los comentarios de los alumnos. Solemos pensar en la vida de lector pero ¿y la vida del libro? ¿quién lo lee, en qué edades, de qué nacionalidades son sus lectores?”, se pregunta.

Fondo antiguo

Si el dinamismo de la biblioteca actual es evidente, otra de las características que la diferencia es la colección de fondo antiguo creada por el director Luis Rey Goñi y que, actualmente, es propiedad del centro. Es el gran tesoro de la corona, la cuarta biblioteca sevillana histórica, según consideran. Actualmente, y tras el registro inicial, están trabajando en el proceso de catalogación con el objetivo de ir abriéndola por secciones a los investigadores.
João de Sousa Guerreiro cuenta que “el director es un hombre con una gran cultura y con las ideas muy claras. Pensó que esta colección podía ser una plusvalía para el colegio, ya que tiene unas características muy específicas”.
Algunos volúmenes son muy singulares por su formato o por su idioma, como un documento birmano en acordeón, documentos chinos en papel de arroz o libros taoístas en tablas. Otros lo son por su singularidad. Son ejemplares únicos en la ciudad, no se encuentran en ninguna otra de las grandes bibliotecas antiguas de Sevilla, como la de la Universidad Hispalense, la Institución Colombina o el Archivo Histórico Municipal. Algunos de ellos ayudan a entender cómo la literatura española se expandió por otras culturas del mundo . Y, en conjunto, son un compendio de la evolución del pensamiento y del conocimiento desde tiempos remotos.

Exposición sobre China con el fondo antiguo / FOTO CEDIDA

Por citar algunos ejemplos, esta colección abarca títulos como las Etimologías de San Isidoro, arzobispo de Sevilla y actual patrón de internet; una obra impresa en París, en 1509, que recopilaba todo el conocimiento existente en la Hispania visigótica; la Encyclopédie de Diderot y d’Alembert, los Coloquios del humanista Erasmo de Rotterdam (Lyon, 1527) o la primera edición de La Comedia que lleva un retrato de Dante Alighieri (Venecia, 1529).
También destacan ejemplares salidos de la imprenta veneciana de Aldo Manucio (1449-1515), recordado por la invención en su taller de la letra itálica y por sus versiones de los clásicos a precios moderados, o de la sevillana de los Cromberger en el siglo XVI, como las Epístolas de San Jerónimo.
Con estos fondos, el colegio organiza anualmente tres exposiciones, coincidiendo con la celebración de las Jornadas Nacionales dedicadas a un país -en la última edición se centraron en China- o a la celebración de días específicos, como la apertura de curso o el Día de la Mujer.
Además, se han organizado exposiciones en lugares emblemáticos de la ciudad, con el objetivo de dar a conocer sus fondos. En 2011, el Real Alcázar de Sevilla, primero, y a continuación la Universidad de Sevilla, acogieron El esplendor de la Letra. Manuscritos y libros singulares de la Biblioteca Francisco Márquez Villanueva‘; una maravillosa exposición que reunía 80 ejemplares manuscritos e impresos del siglo XIII al XVIII, que resumían la historia del conocimiento a través de la ciencia, la religión, la historia, la política o la literatura.
Esta muestra pudo verse también en la Universidad Pablo de Olavide que, a su vez, acogió De Re Itálica, otra exposición compuesta por biografías, dibujos, cartas y libros, que recorría la historia de Occidente desde el punto de vista italiano y mediterráneo.

Una biblioteca fuerte

Si el buen funcionamiento de una biblioteca, sea del tipo que sea, depende del convencimiento, el talento humano y los recursos, en el Colegio San Francisco de Paula es obvio que estos tres elementos juegan alineados. A la pregunta de si este modelo de biblioteca sería aplicable en los centros públicos, la respuesta de João de Sousa es clara: “Sí. Es cuestión de gestión”.
Este bibliotecario insiste en que es el centro el que tiene claro que quiere “crear una biblioteca fuerte en el sentido más literal: que sea grande, que ocupe espacio, que esté presente en la vida de los alumnos, y que sea importante en la estructura y el organigrama del colegio. Para eso es necesario contar con fondos y con un equipo de bibliotecarios”.
Las cosas bien hechas tardan tiempo, tienen su proceso pero es muy importante tener un objetivo, saber hacia dónde vamos. Ahora podemos decir que estamos en la fase adolescente de la biblioteca. Hemos sido un ser casi imperceptible en los primeros años, hemos pasado por la fase de cambios y crecimiento, por un tratamiento técnico más intensivo y ahora, por suerte, estamos en la fase de la gestión. No estamos aquí para entretener a los niños cuando no tienen nada serio que hacer. Estamos muy motivados. Estamos aquí para crear lectores y usuarios de información, personas que entiendan y sientan los libros como objetos culturales, que se unan con ellos”.

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